jueves, 23 de febrero de 2012

El intérprete de lengua de signos española (ILSE)

Esta entrada irá dedicada a la figura del intérprete en lengua de signos y para lo cual he acudido tanto a mi experiencia personal, ya que el centro donde trabajo cuenta con una compañera intérprete, como a los documentos, por otro, que desde diferentes organismos como el CNSE y la Junta de Andalucía han sacado para apoyar al profesorado que trabaja con este tipo de alumnos y alumnas.
Es indudable que entre los recursos convencionales con los que podemos contar está la figura del intérprete como recurso humano. Esta figura se encuentra, afortunadamente, en muchos centros con alumnos y alumnas sordos, al menos en Andalucía, y es el principal puente entre el alumno o alumna y la comunidad educativa en su conjunto. Es la principal manera de romper las barreras de comunicación en educación y uno de los pasos fundamentales para crear un verdadero centro de integración.
Con ello se pretende que los alumnos con discapacidad auditiva accedan al desarrollo del currículo con las mismas oportunidades que el resto de sus compañeros o compañeras.
Su función es sencilla: transmite en lengua de signos al alumno o alumna lo que sucede en su entorno educativo y le dice por otro lado, en lengua castellana, al entorno lo que el alumno o alumna le signa.
 Es sin duda un recurso que en ocasiones puede crear polémica puesto que el profesorado puede sentirse amenazado o incluso juzgado por una figura externa. En mi caso sin embargo debo defender que ningún componente de la comunidad educativa donde trabajo ha mostrado rechazo a aceptar en sus clases a la intérprete lo que ha llevado a un mejor desarrollo en el aprendizaje del alumnado sordo con el que trabajamos.
Es importante que tal y como se defiende en el código ético y en las asociaciones de sordos y de intérprete que entendamos que el ILSE "deberá limitarse a interpretar a la lengua de signos tus explicaciones, las intervenciones del resto de la clase y lo que sucede en el aula, de la misma manera que interpretará a la lengua oral lo que comente la alumna o el alumno sordo." Es una afirmación estricta que debo decir que no comparto al cien por cien. Esta opinión personal puede que sea muy criticada y aunque acepto el rigor de cada profesión pienso que formar parte de la comunidad educativa exige tener una mente abierta y estar dispuesto a aceptar cambios de manera continua. No digo con ello que el ILSE se extralimite ni "traicione" al alumno o al profesorado, pero sí que en muchas ocasiones puede existir un mayor trabajo complementario entre el profesorado y el intérprete.

De todas formas es lógico que se conozca qué dice exactamente el centro nacional de personas sordas en su intento de informar a los docentes que trabajan con alumnos y alumnas sordas en secundaria. Para ello ha realizado diferentes materiales de apoyo al profesorado en el que intentan de manera resumida dejar claro las principales dudas que sobre la figura del intérprete se puedan tener. Entre las preguntas habituales que se pueden tener y que el CNSE destaca están: ¿Cuáles son las pautas de trabajo por las que se rigen los intérpretes de lengua de signos?, ¿Qué alumno necesita intérprete de lengua de signos? ¿Cuándo tiene que estar un intérprete de lengua de signos? ¿Es necesario un trabajo conjunto del intérprete con el profesorado?, etc.
Como ya he dicho las respuestas os animo a que las busquéis en el enlace que os dejo más abajo pero a nivel personal y como docente me gustaría señalar algunos aspectos de la última pregunta. No es que crea que sea necesario un trabajo conjunto sino que me parece fundamental. Es cierto que los intérpretes deben tener fidelidad y su llamado código ético les deja muchas veces pocas puertas abiertas y además es cierto también que debemos entender que no son docentes ni deben conocer los contenidos de la materia que interpretan en sí; pero sin embargo son parte viva del sistema educativo donde se mueve el alumno y ello les hace, desde mi punto de vista, adquirir una dimensión diferente. El profesorado debe aportar al intérprete una anticipación en el trabajo a realizar pero el intérprete puede  abrir su mente a otros campos. Es posible que muchos penséis que estoy siendo ambiguo y debo admitir que es verdad, pero la complicidad entre el profesorado y el intérprete está muy cuestionada y no quisiera que se me tachara de ensuciar la profesión de estos profesionales. Así, prefiero lanzar la reflexión y que cada cual la encamine de la manera que mejor crea conveniente.







Fuente: CNSE, Materiales de apoyo de la Junta de Andalucía para el trabajo con niños discapacitados ya mencionados en otras entradas y experiencia personal.

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