Las Necesidades Educativas de las
personas sordas.
El estudio de las necesidades educativas
del alumnado sordo presenta hoy en día una perspectiva mucho más amplia que
hace unas décadas. Entonces y desde un modelo educativo oralista, se ha
mantenido que la principal necesidad del alumnado sordo es el aprendizaje del
lenguaje oral como condición previa para acceder al resto de los aprendizajes y
contenidos culturales transmitidos por él.
Durante los últimos años las
investigaciones desarrolladas desde distintas disciplinas han aportado nuevos
elementos de reflexión sobre la consideración de la sordera y la educación del
alumnado sordo. Estos estudios que se han venido produciendo desde los años 60
se han convertido en factores de cambio para llegar a entender una nueva
concepción de la educación en las personas sordas.
Al hablar del
alumnado sordo podemos referirnos a todos aquellos que tienen una pérdida
auditiva. Sin embargo, con el objetivo de clarificar el trabajo educativo
distinguiremos entre, por un lado, el alumnado con deficiencia auditiva que
dispone de restos auditivos suficientes para que con las ayudas técnicas
necesarias (audífonos, equipos de frecuencia modulada, etc.) y el apoyo
pedagógico y logopédico preciso puedan adquirir y aprender el lenguaje oral por
vía auditiva (hipoacusias leves, medias y una parte de las severas) y aquellos
otros cuyas hipoacusias, graves o profundas, no les va a permitir (o
escasamente) el aprendizaje de la lengua oral por vía auditiva y necesitan la
vía visual como canal comunicativo y de acceso a la información (lectura
labial, sistemas bimodales, Lengua de Signos, etc.).
A la vista de todos los conocimientos
que se poseen hoy día sobre el desarrollo cognitivo, lingüístico, social y
curricular del alumnado sordo se pueden concretar las necesidades educativas
especiales que deben ser atendidas escolarmente en las siguientes:
Normalización
La aplicación de este principio supone
el acercamiento del alumnado sordo al currículum ordinario sin olvidar aquellas
adaptaciones que puedan necesitar en sus contenidos, en su metodología o en el
ritmo de aprendizajes. Este principio de normalización nos lleva inevitablemente
al marco educativo de la integración escolar.
Necesidad de establecer un código
comunicativo de tipo visual
Hoy día disponemos de diversos sistemas
de reciente desarrollo para favorecer la comprensión del lenguaje oral. Así por
ejemplo, la Palabra Complementada, suprime las ambigüedades de la lectura
labial y proporciona una clarificadora visión de la estructura silábica del
lenguaje oral o los sistemas alternativos signados (sistemas bimodales), donde
el habla es acompañada por Signos tomados de la Lengua de Signos pero
ordenados en el mismo orden gramatical que la lengua oral.
Sin embargo, para la gran mayoría del
alumnado sordo con hipoacusias profundas y una buena parte de los sordos con
hipoacusias severas, los anteriores sistemas no son suficientes para acceder a
la información y, en menor medida en los primeros años del desarrollo de la
lengua oral cuya adquisición es muy lenta y va a resultar escasamente
funcional. En este caso el aprendizaje de un sistema lingüístico de
comunicación como es la Lengua
de Signos, les va a proporcionar no sólo un instrumento eficaz de comunicación
a estos niños y niñas, sino una auténtica lengua.
Esta lengua debe enseñarse y utilizarse
tempranamente a fin de cubrir las necesidades comunicativas con el entorno
familiar que el lenguaje oral no puede proporcionar. Para un desarrollo
lingüístico normal, así como para un desarrollo social, emocional y
cognoscitivo normal, el alumnado sordo necesita de una interacción normal y
natural con sus iguales. Para esto es necesario un input o aporte lingüístico
apropiado -es decir, el uso de la lengua alrededor de y hacia ellos en
contextos significativos- de forma que sea plenamente accesible e inteligible
para ellos. La LS se
debe usar en la interacción cotidiana normal y natural con las niñas y los
niños. Esto significa, por supuesto, que la LS es plenamente accesible a través de la visión
y permite todos ellos interactuar no solo con sus iguales, sino, también con
los adultos, en ambientes interactivos normales.
Adquisición de la Lengua de Signos
Normalmente,
las personas sordas que adquieren la LS como primera lengua son hijos de padres
sordos. Pero aproximadamente el 96% de los niños y niñas sordos nacen en
familias de padres oyentes. Esta situación está cambiando en los últimos años
gracias a que, por un lado, poco a poco los padres oyentes aceptan y aprenden
la LS y, por otro, se están introduciendo una serie de figuras en el ámbito
escolar, dentro de las aulas, como son las figuras de los Especialistas en LSE
y los maestros y maestras sordos (entre otras figuras), en todas las etapas
educativas.
La
mayoría de las investigaciones realizadas hasta la fecha han podido constatar
que cuando el alumnado sordo tiene las mismas oportunidades lingüísticas que el
resto de sus compañeros oyentes, el desarrollo del lenguaje y todas su fases
por las que pasan, tanto unos como otros, es muy parecido (Klima y Bellugi,
1.972; y Meadow y Schlesinger, 1.972).
Sin
embargo, algunos otros autores afirman que los primeros Signos en los niños y
niñas sordos (en una situación comunicativa de Lengua de Signos) aparecen antes
que las primeras palabras habladas en los niños y niñas oyentes (en una
situación comunicativa mediante la lengua oral). Esto es así por que el niño
controla antes los músculos articulatorios (brazos y manos), que los músculos
fonatorios (laringe, lengua,…). Además, los músculos fonatorios son internos y
son más difíciles de corregir por los adultos. (Hoffmeister y Wilbur, 1.980).
Aunque
el desarrollo evolutivo entre un sujeto sordo y otro oyente es casi el mismo,
existen una serie de diferencias que convendría puntualizar en cuanto a la
adquisición de la Lengua de Signos. Por ejemplo, dentro de la etapa lingüística
(durante el segundo año de edad, entre los 13 – 18 meses), mientras que los
niños y niñas oyentes comienzan a producir sus primeras palabras (emisión
holofrástica), los niños y niñas sordos también producen emisiones
holofrasísticas signadas. Al principio de esta etapa, los niños y niñas sordos
no respetan todos los parámetros formacionales (queremas) del Signo; primero
aprenden la localización (lugar) -motricidad gruesa-, más tarden aprenden el
movimiento y la configuración del Signo -motricidad fina-(Meadow, 1.980).
Las
primeras palabras (Signos) utilizadas por los niños y niñas sordos son aquellas
relacionadas con: los nombres propios (Miguel, Ana,…), los nombres comunes
(perro, gato, papá,…), palabras que impliquen acción (fundamentalmente verbos
de acción), adjetivos (tonto, guapo,…), palabras personales o sociales
(saludos: hola, adiós,…). Y poco a poco, al igual que sus iguales oyentes, irán
comprendiendo gradualmente más palabras y las irán incorporando a su
vocabulario (Nelson, 1.973).
Otra
diferencia puntual en cuanto a la adquisición de la Lengua de Signos la
encontramos en sujetos sordos con 19 – 24 meses de edad. En esta etapa, los sujetos
oyentes se encuentran en la etapa de las dos palabras (acción-objeto: “quiero agua”). En esta
etapa, los niños y niñas sordos alcanzan las frases de dos Signos y progresan
aproximadamente igual que los niños y niñas oyentes.
Aprendizaje de la lengua oral y escrita
El aprendizaje de de la Lengua de Signos
proporciona al alumnado sordo un instrumento eficaz para la comunicación con
muchas ventajas, como ya hemos visto anteriormente, pero no garantiza en
absoluto el acceso a la educación, la cultura y a los conocimientos. Por una
parte muy pocos docentes conocen la
Lengua de Signos que puedan utilizarla como lengua de
enseñanza y, por otra, resulta difícil la perpetuidad de los conocimientos
transmitidos en soportes que no sean visuales dadas las características de esta
lengua. La verdadera forma que permite la continuidad de los conocimientos en
el tiempo es la escritura. No existe hoy por hoy una trascripción escrita de
los Signos, al menos una que sea ampliamente aceptada. El alumnado sordo
necesita inevitablemente el acceso también a la lengua usada mayoritariamente
por la sociedad, y que este aprendizaje sea cada vez de mayor calidad tanto en
el habla como en la expresión lingüística y en la comprensión lectora. El
conocimiento de la lengua oral y escrita proporciona por lo tanto una de las llaves
de acceso a los conocimientos (aunque no la única), la cultura y la integración
en la sociedad oyente, sin menospreciar obviamente los conocimientos que puedan
adquirirse mediante la Lengua
de Signos.
Necesidad de relacionarse con adultos e
iguales sordos y oyentes
Hemos
comentado la necesidad de todo ser humano de establecer interacciones con las
personas que le rodean no solo de cara a favorecer los aprendizajes sino para
favorecer, el desarrollo personal, los vínculos sociales, la amistad, el ajuste
personal, el desarrollo cognoscitivo. Los niñas y niños sordos son miembros
reales o potenciales de la “comunidad sorda” y como tales el alumnado con
déficit auditivo necesita tener adultos sordos cerca que les sirvan como
modelos de identificación y proporcionen mediante la LS un cúmulo de experiencias
que les sirvan para entender el mundo. Esta forma de entender el mundo va a
estar mediatizada por la denominada experiencia visual que caracteriza el
aprendizaje de las personas sordas. Necesitan, por tanto, personas que les
ayuden a entender ese mundo mediante la experiencia visual y la LS y les faciliten la entrada
en el complicado engranaje de convenciones y normas sociales que presiden las
relaciones humanas.
Sin embargo la interacción con otras
personas no puede limitarse a las personas sordas. Es necesario mantener
intercambios también con personas oyentes. Estos intercambios pasan por
interaccionar con otros hablantes que presenten modelos, usos y estrategias de
utilización del lenguaje oral, y proporcionen oportunidades de desarrollar
habilidades orales. A la vez que normas de conducta y conocimientos sociales.
Pero las interacciones con adultos no
son suficientes. Muchos de los aprendizajes que los niños y las niñas adquieren
los realizan en contacto con sus iguales mediante el juego, las conversaciones,
las actividades de grupo,… Este contacto posibilita compartir aprendizajes,
ideas sobre el mundo y proporciona la seguridad emocional de quien se siente
semejante a sus semejantes. Así pues, el alumnado sordo precisa la oportunidad
de interactuar con sus iguales oyentes, con los que encontrará grandes dificultades
si no existe un código compartido común y con sus iguales sordos, con los que
las interacciones son indispensables y posibles mediante la LS.
Participar de la cultura de las personas sordas
Los niños y niñas sordos son miembros
reales o potenciales de la llamada “comunidad sorda”. Habrá quienes nunca
lleguen a tener contacto con las asociaciones de sordos de una manera formal.
No es suficiente tener alguna persona
sorda adulta cerca. Lo cierto es que una gran mayoría de los sordos hijos e
hijas de padres oyentes más tarde o más temprano entran en contacto con otras
personas sordas o con una asociación de sordos. Muchos de ellos lo hacen en la
adolescencia, pero lo ideal sería anticipar estas relaciones.
Todas estas necesidades requieren de una
pronta, adecuada y eficaz respuesta, tanto desde ámbitos sociales, familiares
como educativos. Sin embargo, el debate está abierto y su consideración suscita
no pocas dificultades para su puesta en práctica.
Así, por ejemplo, la modalidad de
escolarización. Es evidente que la integración escolar resulta aparentemente un
medio eficaz para garantizar una educación normalizada, pero lo cierto es que,
aún así, cuenta con numerosas dificultades, tanto en lo que se refiere a la
incorporación de sistemas alternativos de comunicación, sistemas
complementarios al oral, o la misma Lengua de Signos, por su dificultad en el
aprendizaje, como a la continuidad en el centro del profesorado o el mismo
alumnado. Tampoco parece fácil aunque se solventaran las dificultades anteriores
que un maestro o maestra pueda poner en práctica y además de forma sistemática
un sistema visual en una clase donde mayoritariamente el alumnado es oyente.
Más fácil resultaría la puesta en marcha
de los sistemas visuales en centros o aulas específicas para el alumnado sordo,
pero surgirían problemas para cubrir otras de las necesidades expuestas más
arriba.
¿Cuál sería entonces el modelo ideal?
¿Cómo incorporar a las personas sordas a la educación? ¿Cómo superar las
dificultades para garantizar una respuesta a todas sus necesidades?
Existen
actualmente tres corrientes:
Oralista
Se defiende la enseñanza del lenguaje
oral mediante el aprovechamiento de los restos auditivos, entrenamiento en
discriminación auditiva y entrenamiento en labio lectura. Se ayudan de aparatos
que le permiten al niño o la niña detectar el lenguaje oral.
Los partidarios de este método
exclusivamente oralista defienden la integración del alumnado sordo mediante la
lectura labial y la expresión hablada por entender que la comunicación social
mayoritaria y el acceso a la cultura dependen del dominio del idioma oral y
cualquier otro sistema va a entorpecer y perjudicar su aprendizaje.
Lengua de Signos
Consideran que la LS es la lengua natural de la
persona sorda. Esta lengua, al igual que el español, francés, alemán,… sigue
las mismas etapas evolutivas. La evolución lingüística, cognitiva y social de
los niños y niñas que aprenden mediante la LS sigue un ritmo más regular y superior que el
sordo oralista.
Bilingüe
Se piensa que el
alumnado sordo debe comunicarse mediante la LS pero debe aprender el lenguaje oral para
integrarse en la sociedad oyente.
En la actualidad se suelen agrupar las
distintas propuestas educativas en dos orientaciones: enfoque monolingüe y
enfoque bilingüe. Veamos más detenidamente ambos enfoques, desde un modelo
educativo.
Por educación bilingüe entendemos todo
sistema de enseñanza en el cual, en un momento variable y durante un tiempo y
en proporciones variables, simultánea o consecutivamente, se da la instrucción
al menos en dos lenguas, de las cuales una es la primera lengua del alumno o
alumna. En el caso del alumnado sordo un enfoque comunicativo y metodológico
bilingüe parte del hecho de que los niños y niñas sordos son miembros reales o
potenciales de dos comunidades, el de las personas sordas y el de las personas
oyentes, de tal manera que se les deben proporcionar los instrumentos
comunicativos necesarios para su integración en ambas: la Lengua de Signos y la lengua
oral. Por el contrario, un enfoque monolingüe pretende enseñar, con aquellos
complementos o apoyos necesarios, exclusivamente la lengua oral.
En un modelo bilingüe el aprendizaje de la LS constituye un objetivo
básico y prioritario. La LS
adquirida de forma natural va a proporcionar a los niños y niñas sordos un
lenguaje estructurado y completo, que favorecerá unos intercambios de calidad
en el ambiente familiar, proporcionando el acceso a numerosas experiencias,
permitiéndoles incorporar conocimientos del mundo que les rodea, despertando su
curiosidad, asumiendo normas y pautas de conducta. Si además se puede contar
con la presencia de adultos sordos en el entorno se va a favorecer un proceso
de identificación y ajuste personal más rico. La LS junto con la LO permitirá el acceso al currículum escolar y a
los conocimientos de manera similar a los oyentes. Además el hecho de adquirir
tempranamente una lengua va a posibilitar la creación de representaciones
lingüísticas de tipo cognitivo que facilitarán el aprendizaje posterior de una
segunda lengua: la oral.
En segundo lugar las personas sordas, en
contra de lo que piensan quienes se acercan al tema con un conocimiento
superficial, reclaman una enseñanza de la lengua oral de calidad. Son
conscientes de la importancia de su utilización y uso para la integración
personal, social y laboral en la sociedad oyente mayoritaria. El acceso a la
información escrita, a estudios académicos, precisa del dominio del código oral
mayoritario. La escuela debe por tanto plantearse con más rigor y utilizando
todas las ayudas técnicas y didácticas a su alcance el facilitar y proporcionar
el conocimiento de la lengua oral de la forma más completa posible y acelerando
en la medida de lo posible sus tiempos de adquisición. Propiciando, además,
situaciones de interacción entre personas sordas y oyentes que beneficie la
interiorización de la lengua oral.
Dentro
de la orientación monolingüe encontramos las siguientes modalidades:
Oralista / unisensorial: se intenta
aprovechar lo máximo posible los restos auditivos del alumnado sordo, haciendo
hincapié en los parámetros del habla para conseguir una expresión oral
inteligible y se potencia el idioma oral como único medio de comunicación.
Oralista / multisensorial: el lenguaje
oral es el único utilizado, pero se estimulan varios sentidos para conseguir
una mayor percepción del habla; conceden gran importancia a la etapa pre-verbal
y a la interacción espontánea dentro del ámbito familiar (Método Maternal reflexivo
de Van Uden).
Audio-oral complementado (Palabra
Complementada de Orin Cornett): es un sistema
compuesto de tres posiciones de la mano y ocho figuras formadas por los dedos y
que los interlocutores de los niños y niñas sordos utilizan simultáneamente al
habla. A este apartado también pertenece el “Método Rochester” o el “Método
Sorel-Maisonny”.
Comunicación Bimodal: se utiliza simultáneamente el
habla y los Signos; los Signos intentan representar visualmente la estructura
semántica y sintáctica de los enunciados orales. Intenta proporcionar al niño o
la niña un sistema de expresión fácil que les sirva al mismo tiempo de base
para la posterior oralización. El sistema Bimodal se utiliza frecuentemente
junto al de Palabra Complementada.
Otros métodos: verbo tonal o de Guberina,
lectura labial.
El
enfoque bilingüe también tiene distintas modalidades de aplicación:
Bilingüismo simultáneo: los niños y
niñas, desde el principio, reciben estimulación en ambas lenguas.
Bilingüismo sucesivo Tipo 1: durante los
primeros años niños y niñas reciben su educación en Lengua de Signos y una vez
que se les considera competentes en dicha lengua, se les enseña la LO como segunda lengua.
Bilingüismo sucesivo Tipo 2: después de la Lengua de Signos, se enseña
la LO escrita y, en los casos que se consideren posibles se empieza la
oralización.
Finalmente vamos a considerar otros
aspectos que de igual manera, incardinados en cualquiera de las corrientes o
modelos de respuesta expuestos, pretenden favorecer el desarrollo del alumnado
sordo, su rehabilitación y normalización.
Estimulación precoz
Las diferencias entre los niños y niñas sordos
estimulados en sus primeros años de vida con respecto a otros que inician su
educación a partir de los 4 – 5 años son significativas. Con la estimulación
precoz se incentiva y favorece el desarrollo intelectual global y facilita al
alumnado sordo un instrumento de comunicación. Para ello, el programa debe
tocar todas las áreas: cognoscitiva, motriz, sensorial y verbal.
Al nacer, la producción vocal espontánea
es semejante a la de un bebé oyente, pero esa voz natural va a desaparecer
progresivamente a partir de los seis o siete meses si no es estimulada
adecuadamente. Hasta los tres años es cuando se desarrollan las bases de la
comunicación y del lenguaje, cuando las estructuras cerebrales se encuentran en
perfectas condiciones para ese aprendizaje, por lo que es indispensable actuar
para que los niños y niñas adquieran la mayor cantidad posible de estructuras
comunicativas y lingüísticas durante el periodo en que se encuentran
biológicamente más preparados.
Logopedia
Se centra especialmente en los procesos
de comunicación, educar los restos auditivos, el aprendizaje del lenguaje oral,
la educación de la voz y del habla y el perfeccionamiento progresivo de la
comprensión y expresión de la lengua utilizada en el entorno social del niño o
la niña.
El profesional logopeda debe intervenir
sobre los niños y niñas sordos y encargarse de la formación adecuada de los
padres. Su labor abarca los siguientes grandes campos:
Descubrimiento del sonido mediante
equipos electrónicos y desarrollo de la atención y discriminación auditiva.
Desarrollo de estructuras fonológicas,
semánticas y sintácticas básicas.
Pronunciación; deben ser capaces antes
de los seis años de pronunciar las palabras de manera inteligible para
cualquier persona.
Reforzamiento de los conocimientos
adquiridos y ampliación hacia algunos aspectos más complejos, como el caso de
las estructuras del lenguaje escrito.
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