Esta entrada irá dedicada a la figura del intérprete
en lengua de signos y para lo cual he acudido tanto a mi experiencia personal, ya que el centro donde trabajo cuenta con una compañera intérprete, como a
los documentos, por otro, que desde diferentes organismos como el CNSE y la
Junta de Andalucía han sacado para apoyar al profesorado que trabaja con este
tipo de alumnos y alumnas.
Es indudable que entre los recursos convencionales con
los que podemos contar está la figura del intérprete como recurso humano.
Esta figura se encuentra, afortunadamente, en muchos centros con alumnos y
alumnas sordos, al menos en Andalucía, y es el principal puente entre el alumno
o alumna y la comunidad educativa en su conjunto. Es la principal manera de
romper las barreras de comunicación en educación y uno de los pasos fundamentales para crear un
verdadero centro de integración.
Con ello se pretende que los alumnos con discapacidad
auditiva accedan al desarrollo del currículo con las mismas oportunidades que
el resto de sus compañeros o compañeras.
Su función es sencilla: transmite en lengua de signos
al alumno o alumna lo que sucede en su entorno educativo y le dice por otro
lado, en lengua castellana, al entorno lo que el alumno o alumna le signa.
Es sin duda un recurso que en ocasiones puede
crear polémica puesto que el profesorado puede sentirse amenazado o incluso
juzgado por una figura externa. En mi caso sin embargo debo defender que ningún
componente de la comunidad educativa donde trabajo ha mostrado rechazo a
aceptar en sus clases a la intérprete lo que ha llevado a un mejor desarrollo
en el aprendizaje del alumnado sordo con el que trabajamos.
Es
importante que tal y como se defiende en el código ético y en las asociaciones
de sordos y de intérprete que entendamos que el ILSE "deberá limitarse a
interpretar a la lengua de signos tus explicaciones, las intervenciones del
resto de la clase y lo que sucede en el aula, de la misma manera que
interpretará a la lengua oral lo que comente la alumna o el alumno sordo."
Es una afirmación estricta que debo decir que no comparto al cien por cien.
Esta opinión personal puede que sea muy criticada y aunque acepto el rigor de cada
profesión pienso que formar parte de la comunidad educativa exige tener una mente
abierta y estar dispuesto a aceptar cambios de manera continua. No digo con
ello que el ILSE se extralimite ni "traicione" al alumno o al
profesorado, pero sí que en muchas ocasiones puede existir un mayor trabajo
complementario entre el profesorado y el intérprete.
De todas
formas es lógico que se conozca qué dice exactamente el centro nacional de
personas sordas en su intento de informar a los docentes que trabajan con
alumnos y alumnas sordas en secundaria. Para ello ha realizado diferentes
materiales de apoyo al profesorado en el que intentan de manera resumida dejar
claro las principales dudas que sobre la figura del intérprete se puedan tener.
Entre las preguntas habituales que se pueden tener y que el CNSE destaca
están: ¿Cuáles son las pautas de trabajo por las que se rigen los intérpretes
de lengua de signos?, ¿Qué alumno necesita intérprete de lengua de signos? ¿Cuándo
tiene que estar un intérprete de lengua de signos? ¿Es necesario un trabajo
conjunto del intérprete con el profesorado?, etc.
Como ya he
dicho las respuestas os animo a que las busquéis en el enlace que os dejo más
abajo pero a nivel personal y como docente me gustaría señalar algunos aspectos
de la última pregunta. No es que crea que sea necesario un trabajo conjunto
sino que me parece fundamental. Es cierto que los intérpretes deben tener
fidelidad y su llamado código ético les deja muchas veces pocas puertas
abiertas y además es cierto también que debemos entender que no son docentes ni
deben conocer los contenidos de la materia que interpretan en sí; pero sin
embargo son parte viva del sistema educativo donde se mueve el alumno y ello les hace, desde mi punto de vista, adquirir una dimensión diferente. El profesorado
debe aportar al intérprete una anticipación en el trabajo a realizar pero el
intérprete puede abrir su mente a otros
campos. Es posible que muchos penséis que estoy siendo ambiguo y debo admitir
que es verdad, pero la complicidad entre el profesorado y el intérprete está muy
cuestionada y no quisiera que se me tachara de ensuciar la profesión de estos
profesionales. Así, prefiero lanzar la reflexión y que cada cual la encamine de
la manera que mejor crea conveniente.
Fuente: CNSE, Materiales de apoyo de la Junta de Andalucía para el trabajo con niños discapacitados ya mencionados en otras entradas y experiencia personal.